DEDICACIÓN: El arte de volver a ti misma
Existe una forma de dedicación que va más allá del hacer constante. No se trata únicamente de productividad o cumplimiento de metas externas, sino de un proceso mucho más íntimo: el arte de volver a ti misma. Esta dedicación no está enfocada en lo visible, en los logros reconocidos por otros, sino en esa silenciosa pero poderosa decisión de regresar a tu cuerpo, a tu energía, a tu centro vital. Es una forma de volver a casa.


El mundo moderno, con su avasallante proliferación de estilos y modos de vida online, a veces —y para algunos, muchas veces— nos desconecta de nosotros mismos. De alguna manera, todos estamos participando en un enorme videojuego que nos empuja a aferrarnos a metas y a una búsqueda incesante de logros que, quizá, ni siquiera son verdaderamente nuestros, sino aquellos que se nos inculcaron desde la infancia y desde el propio sistema educativo. A los que hay que DEDICARSE para ser alguein en la vida. Asi pues, queizas es hora de dedicasre a des-dedicarse tanto lo externo y a los demas y mas a si misma.
Cuando hablamos de dedicación femenina, no nos referimos a una entrega superficial o impuesta por el entorno, sino a una práctica profunda de reconexión interior. Volver a ti misma implica reconquistar tu espacio sagrado. Es mirarte sin juicio, reconocer tus ciclos, tu vulnerabilidad, tu intuición. En este acto de volver a habitarte, la respiración consciente se revela como una herramienta esencial.
Desde mi experiencia como hombre, terapeuta respiratorio y facilitador de espacios de sanación, he observado cómo la energía femenina y masculina coexisten dentro de todos los cuerpos. En la respiración se expresa esta dualidad. El yin y el yang no son conceptos esotéricos abstractos: son energías presentes en cada inhalación y exhalación. El yin, receptivo y femenino; el yang, activo y masculino. Ambas dimensiones viven en ti, mujer, como fuerzas naturales, complementarias, necesarias.
Sin embargo, en una sociedad que constantemente exige rendimiento, muchas mujeres se ven forzadas a habitar un modelo de energía predominantemente yang. Competir, demostrar, sostener a otros, mantenerse en movimiento. El resultado de esto es un desequilibrio interno que, con el tiempo, se manifiesta como fatiga, ansiedad, desconexión, y en algunos casos, enfermedad.
La respiración consciente ofrece una vía directa para volver al equilibrio. A través de ella, puedes regresar a tu ritmo natural, restaurar la armonía entre hacer y ser, entre sostener y recibir. Respirar con presencia es una forma de darte permiso. Permiso para sentir, para pausar, para volver a ti sin culpa. Es una práctica que te permite reconectar con tu sabiduría corporal, con esa guía interna que muchas veces queda silenciada bajo las exigencias externas.
No es serlo todo y para todos
Muchas mujeres hoy llevan consigo una carga invisible: la de ser todo para todos. Sostienen trabajos, familias, vínculos afectivos, proyectos, y además se les exige estar disponibles emocionalmente, ser cuidadoras, ser fuertes. En este contexto, la dedicación a una misma suele ser lo último en la lista. O incluso se percibe como egoísmo.
Pero dedicarse a una misma no es egoísmo. Es responsabilidad. Es una forma de liderazgo emocional. Desde ese lugar de autocuidado profundo, puedes ofrecer amor genuino, crear con claridad, sostener sin agotarte. Es elegir conscientemente tu bienestar físico, emocional y espiritual, no como un lujo, sino como una prioridad innegociable.
Culturalmente, muchas de nosotras —y digo “nosotras” en sentido inclusivo— hemos heredado una visión de la dedicación atravesada por el sacrificio. En muchas tradiciones religiosas y sociales, el ideal de la mujer ha estado ligado a la entrega absoluta, al deber, a la autoexigencia. Esta narrativa ha generado una confusión entre amor y abnegación, entre servicio y anulación.
Hoy necesitamos actualizar esa visión. Dedicarse puede ser también una experiencia placentera, intuitiva, gozosa. Una entrega que nace del deseo, no de la obligación. Una práctica que respeta tus ciclos, que escucha tu cuerpo, que honra tu descanso. Es dedicación cuando te detienes a escucharte. Es dedicación cuando te das espacio para llorar, para reír, para quedarte en silencio. Es dedicación también cuando dices “no” sin culpa, cuando cuidas tu energía, cuando eliges con el corazón.
Como mujer ya estas completa
El cuerpo femenino es un territorio sabio, de hecho todos los seres humanos venimos de una mujer. En él habitan memorias, emociones, intuiciones, ritmos. Y muchas veces, cuando no nos escuchamos, el cuerpo comienza a hablarnos de otras maneras. La ansiedad, los trastornos del sueño, los síntomas físicos, suelen ser llamadas de atención que nos invitan a volver a casa.
No tenemos que esperar a enfermar para hacer el cambio. Podemos comenzar hoy. Con algo tan simple —y tan profundo— como respirar conscientemente. La respiración consciente no solo oxigena tu cuerpo: te devuelve a ti. Es un puente entre la mente acelerada y el cuerpo sabio. A través de técnicas como la respiración abdominal, la respiración en cuatro tiempos o los pranayamas del yoga, puedes volver a tu energía original, a tu calma natural.
Dedicarse a una misma es también cuestionar los sueños que persigues. Preguntarte si esos sueños son verdaderamente tuyos, o si nacen de una necesidad de validación externa, de agradar, de complacer. Volver a ti significa discernir. Significa asegurarte de que aquello que estás cultivando está alineado con tu esencia, no con un mandato ajeno.
Imagina por un momento una vida vivida desde ti. Una vida que comienza cada mañana contigo misma, con tu cuerpo, con tu respiración. Una vida en la que tus decisiones no nacen de la urgencia, sino de la conexión. Donde tu energía no se disuelve en lo externo, sino que se centra, se enraíza, se potencia.
Desde ese lugar, puedes dar sin desbordarte. Puedes amar sin perderte. Puedes crear sin vaciarte.
Dedicarte a ti y tu propio beinesta, no debería ser un último recurso, ni un acto de emergencia. Debería ser una práctica cotidiana. Una forma de estar en el mundo. Un compromiso con tu salud integral, con tu equilibrio, con tu luz, pues es desde ahi que puedes dar luz adecuada e integral a los demas.
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